Día de Europa

Artículo de Bartolomé Nofuentes

Otro 9 de mayo más, otro nuevo Día de Europa que hoy más que nunca tendría que haberse vivido como una auténtica fiesta. Se cumplen 70 años de la Declaración de Schuman, ese texto que sentó las bases para configurar la Comunidad Europa del Carbón y el Acero, esa institución que fue creciendo y creciendo, adquiriendo cada vez más compromisos, más lazos, hasta alcanzar lo que somos hoy, una Unión Europea.

Lo cierto es que los tiempos que estamos viviendo dan poco lugar a celebraciones. A cambio, nos permiten reflexionar sobre qué está sucediendo y, especialmente, sobre qué queremos que suceda y qué vamos a hacer para conseguirlo.
Durante estas décadas son muchos los retos que, como Europa, hemos superado, y son muchos más los que seguimos enfrentando. Situaciones que nos han mostrado que no hay lugar para el individualismo, para practicar el sálvese quien pueda. La guerra de los Balcanes, crisis económicas como la de 2008, la emergencia climática, la crisis de los refugiados…, y ahora, una pandemia global que cambiará el mundo tal y como lo conocemos.

Ante el vértigo que supone asomarse a lo que está por venir, solo nos queda recurrir a nuestra mayor fortaleza: la solidaridad. Una solidaridad que nace en las mismas familias, en los pueblos, entre vecinos y vecinas, y que va extendiéndose en círculos concéntricos, abarcando territorios y países, ignorando las diferencias y centrándose en lo que nos une como seres humanos. Sin duda, primer paso lo damos desde lo local, desde lo más cercano, y eso nos permite poder continuar y construir lo global.

Ahí radica la importancia del municipalismo. En esta Europa que necesitamos volver a dibujar y definir, ha llegado el momento de comenzar a escuchar directamente qué necesita cada ciudadano, cada ciudadana, cada pequeña región. Y para ello es imprescindible hacer partícipes y prestar atención a las instituciones públicas más cercanas a las personas, aquellas que diariamente se relacionan cara a cara con las europeas y europeos.

Sin solidaridad y sin municipalismo como pilares claves sobre los que construir la Europa del futuro, dudo mucho que dentro de 70 años nos quede nada que celebrar.