El campeón del mundo Carlos Huertas firma en el Libro de Oro de la Vila de Puçol

Carlos Huertas, sus padres, su abuelo y su entrenador se dieron cita en el salón de plenos del Ayuntamiento, junto a la alcaldesa y concejales, para el acto protocolario de la firma en el Libro de Oro de la Vila de Puçol. Es el primer reconocimiento oficial que se le realiza en su pueblo, siguiendo la línea de otras ciudades que también han puesto en valor el extraordinario trabajo que viene realizando el equipo nacional de parakárate, con medallas tanto a nivel europeo como mundial.

Comenzó con el kárate por prescripción médica, cuando aún no había cumplido 5 años. Hoy, a sus 29 años, Carlos ha alcanzado la cima de su fulgurante carrera deportiva: desde que comenzó a competir oficialmente, hace 4 años, Carlos ya lo ha ganado todo, excepto los Juegos Olímpicos.

«Comenzó con cuatro años a trabajar con Pepe Claramunt. Al acabar el primer día, Pepe me dijo: ¿qué me habéis traído? Si no sabe ni saltar», recuerda su madre, María José Ruiz. «Lo llevamos a Pepe por la recomendación del doctor que lo trataba en La Fe, un psiquiatra al que mi hijo quiere mucho y al que siempre llama el Doctor Guay».

Guay, una palabra que usa en ocasiones y que define a la perfección lo que está viviendo en este 2021: las paredes de su habitación están llenas de reconocimientos de organismos oficiales, desde el rey al presidente de la Generalitat, pasando por todas las federaciones imaginables, poblaciones que le han rendido homenaje, diplomas, placas, copas…

Carlos, con su sencillez y humildad, se hace querer. Una vez, la campeona olímpica Sandra Sánchez le ayudó a ponerse el cinturón antes de un combate. Carlos ganó. Desde entonces, siempre que hay un campeonato, Carlos la busca con la mirada… y Sandra acude, con mimo y un guiño, a ponerle el cinturón: mientras lo hace, le desea suerte y que se concentre para ganar.

Y Carlos, fiel a sus principios, no tiene otra opción que cumplir los deseos de la campeona olímpica… así que ha ganado todos los torneos oficiales celebrados en 2021, tras reiniciarse los campeonatos después de la pandemia: campeón de España en Madrid, campeón de Europa en Croacia, campeón del mundo en Dubái y, para cerrar el año, en diciembre acaba de ganar las tres pruebas de la Liga Nacional, la última en Ávila, con lo que ha conseguido el prestigioso Grand Winner. Un galardón del que muy pocos pueden presumir.

«Es que no para de entrenar: el kárate es su vida. A la mañana siguiente de regresar de Dubái, tras dormir apenas tres horas, se levantó a las ocho de la mañana y se fue a entrenar con Pepe», recuerda su madre.

Pepe, ese nombre que siempre se repite, es Pep Claramunt, su inseparable entrenador desde hace 25 años, el hombre que se sorprendía de lo que le «habían traído» y que hoy supervisa continuamente la trayectoria de Carlos: no solo entrena con él, también prepara meticulosamente cada prueba, cada ejercicio.

«La misión del entrenador no solo es entrenar, también debe aprender las tendencias y trabajar los ejercicios que se imponen en el día a día: si te quedas anticuado, te quedas atrás», resume Pep. «Ahora estamos observando el movimiento mundial que se ha iniciado en Japón, una serie de pequeños detalles que te mantienen en la primera línea y que te permiten ser campeón… y todo ello, claro, sin olvidar la fuerza, la habilidad, el equilibrio y los ejercicios que trabajamos todos los días al menos una hora».

Una hora. Todos los días. Y eso es solo el comienzo.

Luego, Carlos acude a la escuela de instructores dos días a la semana, los lunes y miércoles. También acude a Cheste para las clases de tecnificación. Se prepara para formar a otros, porque ya es entrenador y quiere seguir aprendiendo y enseñando… y, cuando hay actos en Puçol, también se presenta a las órdenes de José Miret, para desfilar con la banda de tabal i dolçaina. Su otra pasión.

Pep, su maestro, es capaz de analizar a los rivales de Carlos preparar los ejercicios adecuados para superarlos. Es capaz de predecir cómo va a quedar en un campeonato solo viendo a sus rivales («Antes de empezar, en el Mundial me daban miedo el egipcio y el alemán, que han quedado segundo y tercero»). Y sabe cómo motivar a Carlos: «Un campeón necesita confianza. Si duda, no gana».

Aunque Pep no es perfecto. Puede estar tan metido en una prueba que llega a olvidar algo tan básico como el vestuario. Literalmente. «Se me olvidó el traje para la última prueba que disputamos en el WiZink Center de Madrid y me tuvo que dejar un amigo un traje. No he temblado tanto en mi vida: el estado lleno, todos en silencio. Primero salió el egipcio y, tras ver su actuación, le dije a Carlos que ya teníamos nuestra medalla… salió más tranquilo y ganó».

Junto a Pep, aquel niño que ni siquiera sabía saltar lleva 25 años entrenando continuamente. Hace 4 años comenzó a competir de forma oficial, cuando el parakárate entró a formar parte de las competiciones oficiales. Comenzó desde el principio a ganar torneos. A crecer. Y ahora ya lo ha ganado todo… o casi.

Solo falta un desafío: las Olimpiadas. Es su gran objetivo. Aunque no depende de Carlos. Hoy por hoy no figura entre las disciplinas olímpicas. Se habla del futuro. Algunos se han comprometido. Pero, de momento, no está en la lista.

Mientras llega, Carlos sigue entrenando. Cada día. Escuchando a su maestro. Aprendiendo. Ya está listo también para enseñar a personas con alguna discapacidad. Nadie mejor que él para comprender cómo hay que trabajar con esos alumnos especiales.

Como dice su abuelo, Ramón Ruiz Giménez: «Ningún deportista en la historia de Puçol ha conseguido lo que Carlos. Ni siquiera el gran Pepe Claramunt, el futbolista que fue capitán de la Selección Española de fútbol. Carlos es campeón de España, de Europa y del Mundo. Claro que estamos agradecidos y orgullosos por todos los reconocimientos que está recibiendo, pero… es que se los ha ganado».

Al final, Carlos sigue siendo el mismo de siempre. Tras agradecer a Pep, su sensei, su maestro, «todo lo que me ha ayudado», sigue entrenando cada día, como la mañana siguiente tras regresar de Dubái, trabaja duro para ser entrenador, para ayudar a otros, para continuar la cadena y devolver a los demás parte de lo que él ha recibido.

Con esa misma humildad y sencillez deja en el Libro de Oro de la Vila de Puçol unas palabras para la Historia: «Dedico al pueblo de Puçol la medalla de oro que he conseguido en el campeonato del mundo de Dubái, noviembre 2021. Con cariño… Carlos Huertas».