La Guardia Civil considera «poco probable que uno de los padres matase a los niños y el otro no lo supiera»

València, 3 jun (EFE).- El responsable de Homicidios de la Guardia Civil que desarrolló la investigación por el doble parricidio de Godella (Valencia) ha considerado «poco probable», por las dimensiones de la casa en la que se produjo el crimen y el entorno tranquilo, «que uno de los dos progenitores matase a los niños sin que el otro lo supiese».

«Si ella sacó a los niños de la casa y los mató, nos parece complejo que él no se diese cuenta -tal y como sostiene el padre-, porque la casa es pequeña, hay escasos o nulos ruidos en la zona, y es muy posible que al mayor lo matasen en el lugar donde se halló sangre, a solo unos metros de la casa. Y luego está la historia de la perra, que es muy nerviosa, que ladraba mucho», ha señalado este agente.

En la cuarta sesión del juicio por el asesinato de dos niños de tres años y medio y cinco meses, que se celebra en los juzgados de Valencia por el procedimiento del jurado, los agentes que dirigieron la investigación han explicado este jueves el entorno de paranoia y sospechas de supuestos ataques de sectas en el que vivían los padres de los menores, ambos acusados por estos asesinatos.

Según el testimonio del responsable de la investigación, los agentes del grupo de Homicidios se sorprendieron de la frialdad y tranquilidad del padre en el momento en que su hijos y su mujer estaban desaparecidos.

Asimismo, ha explicado que del análisis del teléfono del padre se pudo conocer que en los días previos al crimen había realizado búsquedas sobre sectas pedófilas, el principio activo del Atarax (un jarabe), desplazamiento astral o sobre la solemnidad de la asunción de la Virgen María.

En referencia al día del crimen pero antes de dar con los cuerpos, este agente ha explicado: «Nos llamó la atención la tranquilidad de Gabriel, no se le veía nervioso en absoluto, estaba excesivamente tranquilo. Nos habló de que había estudiado a los mayas, y había adquirido técnicas de relajación. No mostraba tristeza».

«Él daba por hecho que los niños estaban muertos, aunque no dijo que los había matado María. A última hora se le cayó una lágrima y aprovechamos para preguntarle que si su compañera les hubiese hecho algo a los niños dónde podrían estar, y nos señaló un árbol, un algarrobo, como única referencia».

Según este testigo, el acusado decía que, «para esquivar la acción de la secta, hacían baños purificadores, que su hijo Amiel era secuestrado por las noches. No nos dijo nada de los supuestos abusos que él pensaba que recibía su hijo, aunque sí que lo comentaba a su entorno, como supimos después».

El responsable de Homicidios de la Guardia Civil ha dicho que, tras horas de preguntas y de búsquedas, la madre, María, «reconoció que al despertarse encontró a los niños muertos y que, por miedo a que les acusasen, ella misma los enterró».

«Nos dijo el lugar. Movimos la arena superficial y dimos con los cuerpos, que presentaban fracturas craneales claramente visibles», ha relatado. EFE