Rafael Cardells, memoria de un artista olvidado

Noelia Valero

Historiadora del arte, Universitat de València

Muchos os preguntaréis quién fue este artista u os suene su nombre, la realidad es que la historiografía contemporánea no ha sido generosa ni con él y ni con el grupo de artistas dedicados a la realización de obras religiosas durante el siglo XX en España. Generalmente, han sido omitidos, por lo que ahora pretendemos recuperar al artista melianer Rafael Cardells y su obra, coincidiendo –desgraciadamente- con el robo de su busto en una plaza de su pueblo hace apenas unos días.

Nacido el 21 de febrero de 1899 en Meliana (l’Horta Nord), en el seno de una familia de siete hermanos, Cardells se crió en un ambiente artístico y creativo, debido a que su padre, Juan Baptista Cardells Balaguer, fue pintor de caña, tarea en la cual participó Rafael junto a sus hermanos en la infancia y adolescencia. Acudía al taller de trabajo de su padre una vez terminadas las clases impartidas en las Escoles velles de la calle Gil Castillo, demostrando tanto vocación como cualidades para el dibujo y la pintura, así como por las diferentes técnicas con las que se va familiarizando, como más tardíamente demostrará en los frescos de diversas iglesias dentro y fuera de la Comunidad Valenciana.

Con doce años ingresó en la Escuela de Artes y Oficios en horario nocturno para poder compaginarlo con el trabajo, y, más tarde, en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos, prolongándose su formación integral durante un largo periodo de tiempo. Rafael Cardells, fue un pintor que a lo largo de su vida se irá formando y matriculando en diversas asignaturas para profundizar y perfeccionar su técnica y conocimientos, destacando el curso 1912-1913, en el que se matriculó en Dibujo artístico e Historia del Arte, teniendo de compañero a José María Rausell Montañana. Vocación que, más tarde, le llevó a participar junto a sus amigos y colegas, Rausell, Julio Benlloch y Francisco Coret en la fundación del Círculo Artístico Instructivo de Meliana, ubicado en un piso de la antigua calle Miquel Nolla (hoy del Lledoner), donde realizaban clases nocturnas de dibujo artístico.

El 21 de abril de 1932, se inaugura la primera exposición de óleos de Rafael Cardells en el Ateneo Mercantil, siendo ya un auténtico experto en procedimientos y técnicas pictóricas. Aunque su crecimiento artístico se verá interrumpido por la Guerra Civil, alistado en las filas del bando republicano en Petrer durante ocho meses.

Una vez terminada la guerra, Cardells decide formar un taller donde se dedica, entre otras tareas, a la decoración de casas particulares o instituciones públicas. Como ejemplo tenemos la Sala de espera y taquillas de la Estación de Ferrocarril de Cercanías de Santa Mónica, conocida como la Estación de Pont de Fusta, donde realiza una serie de frescos con una temática regionalista y un marcado carácter decorativo con gran luminosidad cromática, como se puede comprobar en antiguas fotografías de gran interés documental.

Taquillas de la Estación de Pont de fusta, Valencia

Desde los años cuarenta en adelante, tras la destrucción de gran parte de las iglesias valencianas como consecuencia del conflicto armado, Cardells se dedicará a su restauración, parcialmente arquitectónica pero sobre todo decorativa y escultórica. En gran medida a lo largo y ancho de la Comunidad Valenciana pero no únicamente en su geografía, pues también realizará obras en Murcia, Teruel y Toledo, siendo el periodo de mayor esplendor del artista.

En palabras de su hijo, Víctor Cardells: “En esa época había trabajo en la restauración de iglesias, y tenía que trabajar para vivir. Como le gustaba realizar grandes murales se sentía cómodo y satisfecho. Dominaba las técnicas necesarias y se sentía seguro y disfrutaba realizándolos”.

Bocetos para el templo del Ángel Custodio, Valencia, y el Baptisterio de la parroquial de Meliana

En los cincuenta, la actividad predominante de Cardells va a ser la pintura mural y por la que va a resaltar como artista, usando como procedimiento principal el fresco, pero no el único, destacando por su destreza y maestría en el uso de la técnica, ya que debido a su complejidad se necesita de gran conocimiento a la hora de emplearla. La forma de trabajo de Cardells se basa en la separación por zonas a partir de un boceto previo realizado en cartón, permitiendo de este modo resultados óptimos en la obra final ya que cada zona del muro humedecida debía realizarse en una única sesión, pintándola desde la parte superior a la inferior.

Víctor Cardells, su discípulo y continuador, posee una gran colección de bocetos que se conservan en su domicilio, relacionados tanto con los proyectos para iglesias que se llevaron a término como otros que finalmente no se ejecutaron.

“Recuerdo – refiere Víctor Cardells- que siempre llevaba un pequeño bloc en el bolsillo y tomaba apuntes cuando iba en el tren a Valencia, o si estaba en un parque o algún pueblo donde estaban trabajando. Dibujando en bocetos lo que veía, cualquier cosa, un árbol, un perro, una calle, un detalle de una casa…”, apuntes previos que se encuentran casi todos en condiciones óptimas de conservación.

Diversos dibujos de Cardells, Archivo de Víctor Cardells Tatay

En el trabajo cotidiano de Rafael Cardells, al ser todo un especialista en los procedimientos y las técnicas artísticas, vamos a encontrar obras no solo en fresco, sino también al temple-cola para la obtención de texturas y transparencias en templos de Segorbe, Benicarló, Almussafes, Benimaclet y una larga lista de localidades.

Respecto a su trabajo en lienzo, casi todas sus obras pertenecen a géneros como las naturalezas muertas y los paisajes al aire libre dentro del ámbito naturalista característico de la época. En su periodo de mayor producción dentro de la pintura mural y de esplendor nunca abandonará la pintura de caballete, realizando así diversas exposiciones en Valencia, Mallorca, Madrid o Lyon.

En el año 1967, tras volver a centrarse en el óleo casi en exclusiva, presenta veintinueve obras en el Cercle de Belles Arts de València en las que predomina el paisaje levantino dentro de esa corriente realista centrada en la luminosidad y el color, siguiendo la línea sorollista [véase el autorretrato que encabeza el texto, de ese mismo año]. En 1979, su última exposición en el Saló Daurat de la capital del Turia, expone treinta óleos pertenecientes a la última producción, destacando por su gran diversidad y colorido después de toda una vida en el oficio.

Busto de Rafael Cardells, por J. Rausell Sanchis

El día diecisiete de abril de 1980, en su estudio de la calle del Pintor Salvador Abril de València, Rafael Cardells falleció poco después de pintar un cuadro de rosas, claveles, lirios de agua, glicinas y un libro de cerámica, quedando inacabado.

En 1986 recibe un homenaje en su pueblo natal, Meliana, realizándose una exposición antológica a través de ochenta de sus obras y la inauguración de un busto realizado por José Rausell Sanchis, hijo de su compañero y amigo José María Rausell Montañana, tristemente robado con nocturnidad y alevosía hace poco.

Insisto si cabe en la gran cantidad de artistas valencianos que han caído en el olvido durante el pasado siglo, pues son un colectivo clave de la historia del arte y la cultura valencianas contemporáneas. Recuperar su legado y poner en valor sus cualidades, dotes y producción como merecen es una cuestión que recae sobre las historiadoras e historiadores del arte –aunque no en exclusiva- con el fin de evitar perder más material artístico y, con ello, parte de nuestra memoria histórica reciente.