Ser uno mismo en un mundo que presiona

Artículo de opinión escrito por Natalia Blasco

Desde pequeños, se nos enseña a encajar, a comportarnos de cierta forma, a vestir según las modas, a seguir caminos “correctos”. A veces, incluso sin darnos cuenta, empezamos a actuar como los demás esperan, aunque eso no tenga nada que ver con lo que realmente somos.

Vivimos en una sociedad donde destacar por ser diferente no siempre se valora. Al contrario, muchas veces se critica, se juzga o se intenta corregir. Por eso, ser uno mismo se convierte en un acto de valentía. No es fácil defender lo que uno siente, piensa o quiere, especialmente cuando eso va en contra de la mayoría.

Pero con el tiempo, uno se da cuenta de que fingir ser otra persona cansa, agota. No hay nada más liberador que poder vivir en coherencia con los propios valores, gustos e ideas. Quien te aprecia de verdad te valorará, y lo hará por lo que eres, no por lo que aparentas.

A menudo, el miedo al fracaso es uno de los mayores obstáculos para ser uno mismo. Por temor a equivocarse, a no estar a la altura o a decepcionar a los demás, muchas personas deciden conformarse con una versión limitada de sí mismas. Pero fracasar no es el problema, el verdadero fracaso es renunciar a lo que uno quiere por miedo al qué dirán. Cada error es una oportunidad para aprender, y quien nunca se arriesga, tampoco crece.

Ser auténtico no significa ser perfecto, ni tener todas las respuestas. Significa aceptar lo que uno es, con defectos y virtudes, atreverse a vivir con honestidad. Porque al final, la única persona que nos acompañará toda la vida y con la que conviviremos para siempre, somos nosotros mismos.