La Tauromaquia necesita urgentemente ser declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad (UNESCO)
Por Javi González ‘Viza’ (@Javi_Viza)
El 9 de mayo se publicó en el Boletín Oficial de las Cortes Generales la ILP “No Es Mi Cultura”, que propone derogar la Ley 18/2013, marco jurídico que reconoce la tauromaquia como patrimonio cultural, y modificar la Ley 10/2015 en lo relativo a esta tradición. Esta iniciativa pretende que los ayuntamientos puedan censurar espectáculos taurinos. De nuevo la tauromaquia es atacada por lobbies y sectores con intereses que buscan debilitarla.
Por ello, hoy más que nunca es necesario declarar la Tauromaquia como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, tal y como argumenta la gran aficionada Eliana Abellán en su tesis doctoral. Esta acción no es sólo una reivindicación de los aficionados, sino una exigencia cultural, histórica y jurídica. Se trata de reconocer una expresión viva, transmitida de generación en generación, que ha configurado identidades colectivas y ha aportado riqueza artística, social y medioambiental.
En primer lugar, tal y como expone Eliana en su tesis, la Tauromaquia cumple con los requisitos que la UNESCO establece para este tipo de reconocimientos. Es una tradición que conjuga lo ancestral con lo contemporáneo, que integra a comunidades enteras y que se transmite como un legado compartido. No es únicamente un espectáculo, sino un entramado de saberes, rituales, técnicas artesanales y expresiones artísticas que abarcan desde la cría del toro bravo hasta la música, la literatura, la pintura y la escultura inspiradas en el mundo taurino.
Además, la Tauromaquia es un fenómeno cultural internacional. Aunque nació en España, ha echado raíces en Portugal, Francia e Hispanoamérica. Su internacionalización refuerza el carácter de patrimonio compartido que trasciende fronteras y genera un intercambio cultural enriquecedor.
Desde una perspectiva medioambiental, la cría del toro de lidia desempeña un papel esencial en la conservación de la dehesa, un ecosistema catalogado por la UE como Sistema de Alto Valor Natural. El pastoreo equilibrado de estos animales contribuye a mantener la biodiversidad y a luchar contra la desertificación. Por ende, defender la Tauromaquia es también defender un modelo de sostenibilidad rural que fija población y genera empleo en zonas amenazadas por el abandono.
La Ley 18/2013 ya reconoció la Tauromaquia como patrimonio cultural de los españoles. Pero su inclusión en la Lista de la UNESCO blindaría esta tradición frente a iniciativas abolicionistas como “No Es Mi Cultura” – se votará el 7 de octubre en el Congreso -, garantizando su transmisión a las futuras generaciones y consolidándola como un bien de la humanidad, más allá de la soberanía de Estados o particulares.
Negar la Tauromaquia sería borrar una parte esencial de la memoria cultural de los pueblos. Su reconocimiento internacional la consagraría como patrimonio de la humanidad, más allá de Estados o particulares, ya que son derechos que se confieren a la humanidad en su conjunto. Por ello, la declaración de la Tauromaquia como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad no sólo es justa, sino necesaria: es proteger una tradición, una forma de arte y una herencia viva que forma parte de la diversidad cultural del mundo.

