Adiós a diez años compartidos con las Jornadas Medievales de Alcalá de Xivert y Puçol

El domingo 28 de septiembre, la asociación Xivert Històric celebró el último acto de sus jornadas: un homenaje a la bandera antigua de Alcalá en el que estuvieron presentes las autoridades municipales, vecinos y algunos ponentes de anteriores jornadas, entre ellos siete del Club de Historia Puçol.

Las jornadas de Xivert comenzaron siendo Templarias, pasados unos años ampliaron miras para ser de forma genérica Medievales y, el 28 de septiembre, con una mirada a la bandera de comienzos del siglo XX, dijeron adiós, tras doce años de reunir ponentes de Madrid, Tortosa, la Comunidad Valenciana y el Club de Historia Puçol, que se sumó a la cita en los últimos diez años.

El exquisito trato de María Vidal, siempre atenta a cuidar los detalles y garantizar el respeto a los ponentes, hacía imposible decir que no a cualquier propuesta temática que se convertiría cada año en eje de las ponencias. Y mucho menos se podía uno negar a participar en los desfiles uniformados (con vestuarios templarios y hospitalarios como los preferidos), o en los eventos en las calles de Alcalá, ni, por supuesto, se podía renunciar a subir al segundo campanario más alto de la Comunidad Valenciana (el primero está en Ontinyent; el Micalet es el tercero).

El último encuentro se limitó a un día y un acto de homenaje a una bandera histórica, por la que llevan tiempo luchando para que sea reconocida oficialmente por las autoridades correspondientes. En años anteriores siempre hubo dos días de charlas, tertulias, comidas conjuntas, eventos y la agradable compañía de todo el equipo de Xivert Històric.

La breve jornada del 28 de septiembre sirvió para reencontrarnos con ese campanario ilustre, para recorrer el interior de la iglesia de San Juan Bautista (con una restauración en su interior, en el siglo XX, llena de símbolos aún no descifrados), para pasear por el exterior y descubrir, una década después, detalles olvidados (esas dos gárgolas con cara de ángel escondidas en sendas esquinas de la iglesia) y, cómo no, para recordar todo lo que hemos aprendido unos y otros de las ponencias de nuestros compañeros de mesa.

Un lugar pequeño, tranquilo, pero lleno de encanto, donde las excursiones al castillo templario y a la ermita de Santa Lucía, en la sierra de Irta, o alguna comida en la playa de Alcossebre, ponían la guinda a las jornadas: no solo de ponencias vive el amigo de la Historia, también de recorrer los lugares mágicos que nos rodean… a veces sin darnos cuenta de ellos.

Para el Club de Historia Puçol, las jornadas de agosto y septiembre fueron además el escenario perfecto para probar algunas de sus charlas más atrevidas (La tumba de Jaime I, El juego de la Oca y el Camino de Santiago o, la última, Egeria), que luego se exhibirían en La Barraca de Puçol en una versión corregida y ampliada.

El domingo 28, allí estuvieron Tortajada, Rosario, Ángel, Rosa, Marisa, Sabín y Josep Miquel. Hoy solo nos queda dar las gracias por todo y guardar en la memoria esos momentos inolvidables.