Cómo pasar de las gafas a las lentillas sin complicaciones

Uno de los mayores problemas que tenemos en nuestra vida diaria es mantener una buena salud visual. En la actualidad, el uso prolongado de pantallas y también de teléfonos móviles, entre otros dispositivos, acaba afectando de forma considerable a nuestra salud visual.

 

Esto provoca ciertos problemas que ya son clásicos en nuestros días, tales como la miopía, el astigmatismo o la vista cansada. Por eso, no es extraño que el número de personas que llevan gafas en su día a día sea cada vez mayor. Sin embargo, aunque son una buena solución para resolver nuestros problemas de vista, sí es cierto que tienen algunos inconvenientes. Suponen un peso considerable sobre nuestro rostro, pueden causar molestias y requieren limpiezas frecuentes.

 

Por eso, son cada vez más los usuarios que deciden pasarse a las lentillas. Un proceso que, si bien es cierto que no tiene muchas complicaciones, sí conviene conocer, sobre todo si es la primera vez que vas a usar este tipo de complementos para mejorar tu salud visual. En este artículo te ofrecemos toda la información que necesitas para que ese periodo de transición sea mucho más agradable.

 

Pasos previos

 

Al igual que pasa con las gafas, antes de usar lentillas es necesario que el usuario visite un óptico y realice una adecuada graduación de su capacidad visual. Pensemos que no todas las lentillas tienen la misma utilidad ni son adecuadas para todos los problemas de visión. Por tanto, antes de determinar cuáles son las gafas más adecuadas para un usuario, es imprescindible conocer cuáles son sus necesidades específicas al respecto.

 

Con este diagnóstico, el óptico ofrecerá a la persona las lentillas adecuadas tanto para mejorar su comodidad como para adaptar las mismas a las necesidades específicas que este usuario pueda tener.

 

Durante este proceso también será habitual que el profesional entregue al usuario unas lentillas de prueba, para que se vaya acostumbrando a las mismas y verificar también si estas corrigen adecuadamente sus problemas visuales. Esto forma parte del proceso de adaptación y es necesario para comprobar de forma fehaciente que la prescripción que el óptico ha realizado para el usuario es la adecuada.

 

Proceso de adaptación

 

Una vez que el usuario ya dispone de sus lentillas personalizadas conforme a sus problemas visuales y que ha recibido del óptico la formación necesaria para su utilización, es momento de empezar a incorporarlas a nuestro día a día. Lo más recomendable es hacerlo de forma inmediata, de manera que vayamos sustituyendo nuestras gafas tradicionales por las lentillas siempre que lo consideremos necesario. Eso sí, debemos tener en cuenta que estas lentillas también necesitan de periodos de descanso, por lo que su uso no deberá realizarse durante todo el día y aún menos durante esta primera fase.

 

Aunque esto varía en función de cada usuario, lo más recomendable es que vayamos usándolas unas dos o tres horas los primeros días y posteriormente vayamos incrementando ese uso hasta las ocho o diez horas que se pueden llevar las lentillas desechables diarias, o bien durante el tiempo que consideremos oportuno en el caso de las lentillas mensuales.

 

Cuidado de las lentillas

 

En el caso de que hayamos elegido unas lentillas mensuales, es fundamental que realicemos a diario las tareas de limpieza y mantenimiento que estas requieren. Esto implica que cada vez que nos vayamos a poner o quitar las lentillas debemos lavar nuestras manos y limpiar las mismas con la solución correspondiente. También debemos almacenar esas lentillas en un líquido dentro del recipiente diseñado para tal cometido, que además nos permitirá llevarlas a donde sea necesario y utilizarlas posteriormente sin necesidad de ir cargando con nada más que el simple estuche.

 

Posibles inconvenientes

 

Aunque no suele ser lo habitual, es posible que durante las primeras horas o días de uso de las lentillas surjan ciertos problemas. Los más habituales son las molestias y las sensaciones extrañas que las lentillas pueden causar con los ojos, aunque lo cierto es que cuando nos acostumbremos a ellas esto no será un problema.

 

Menos frecuentes son las molestias irritativas o las inflamaciones visuales derivadas del uso de las lentillas. Estas pueden deberse bien a una aplicación inadecuada en seco o bien a que sea el propio ojo el que no tiene la cantidad de humedad suficiente para soportarlas. Como solución, puedes utilizar más líquido a la hora de colocar las lentillas sobre los ojos, aunque estas sensaciones deberían desaparecer durante los dos o tres primeros días. Si este no es el caso, será necesario consultar a tu óptico para evaluar posibles problemas relacionados.

 

Más preocupante es que aparezcan inflamaciones graves, reacciones sobre el ojo o cualquier otro detalle que resulte alarmante durante el uso de las lentillas. Estos efectos suelen ser muy extraños, pero si percibes algún síntoma que no te resulte normal durante el uso de las lentillas, suspende inmediatamente su uso y consulta con tu óptico de forma inmediata.