Mensajes, moral y memoria selectiva

Vivimos tiempos donde la hemeroteca se ha convertido en el mejor antídoto contra la hipocresía. Y, sin embargo, algunos parecen inmunes.

La memoria selectiva de ciertos actores políticos, especialmente del Partido Socialista, resulta preocupante. Lo que ayer fue motivo de escándalo nacional y argumento central para una moción de censura, hoy se relativiza como un simple problema de filtraciones y ataques a la privacidad.

Hace 12 años, un mensaje de Mariano Rajoy a Luis Bárcenas —“Luis, sé fuerte”— bastó para desencadenar una tormenta política sin precedentes. Aquella frase se interpretó como prueba de una supuesta connivencia entre el expresidente del Gobierno y el extesorero del Partido Popular, en pleno escándalo de financiación irregular.

El resultado fue una moción de censura y la caída del Gobierno. Pocos se detuvieron entonces a cuestionar el origen de aquellos mensajes. Lo único que importaba era el contenido y sus implicaciones políticas.

Hoy asistimos a una situación que, por el perfil de los protagonistas y la gravedad de lo revelado, debería generar el mismo nivel de alarma. Una cabecera nacional está publicando mensajes entre el actual presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y su exministro y exnúmero dos del PSOE, José Luis Ábalos. En ellos se evidencia una relación muy cercana, mientras se acumulan indicios de presuntas irregularidades: rescates millonarios con dinero público, contrataciones cuestionables, cargos fantasma en empresas estatales, gastos opacos…

¿Y cuál es la reacción de los implicados y sus socios? Hablan del origen de las filtraciones, apelan al derecho a la intimidad. Sobre la gravedad de los hechos, la gestión de recursos públicos o las responsabilidades políticas, apenas hay explicaciones. Solo silencio.

No se puede medir con un rasero distinto según quién esté en el poder. La ejemplaridad debe ser exigible a todos. Y la rendición de cuentas, también.

En este escenario, el problema no está en que se publiquen ciertos mensajes, sino en el doble discurso de quienes ayer exigían dimisiones y hoy miran hacia otro lado. La incoherencia es política, no mediática.

El Partido Socialista llegó al poder prometiendo transparencia y limpieza. Hoy se comporta como aquello que decía venir a combatir. El “nuevo PSOE” repite los errores del viejo, aunque intente disimularlo bajo una superioridad moral que se resquebraja al primer escándalo.

Sus socios de coalición tampoco están libres de contradicciones. Pasaron del “solo sí es sí” a ignorar durante días un presunto caso de abusos sexuales, hasta que la presión les obligó a reaccionar. Esto no va de ideologías, va de principios.

Y yo me pregunto: ¿Cuál es la diferencia entre el “Luis, sé fuerte” de Rajoy y el “te he echado mucho de menos en estos años” de Sánchez?

La diferencia es significativa: Bárcenas era un cargo orgánico. Ábalos fue ministro del Gobierno y número dos del PSOE. No hablamos de estructuras internas de partido, sino de quien ha manejado resortes del Estado.

Es momento de ser claros: o todos los mensajes son relevantes, o ninguno lo es. O todas las irregularidades importan, o no importa ninguna. Lo que no se puede permitir es que la gravedad de los hechos dependa del color político de quien los protagoniza.

Paqui Bartual,

Diputada del Grupo Popular en Les Corts Valencianes.