La “hermana pobre” de las Políticas Sociales
Marisa García-Merita – Presidenta del CVPM
Quiero recordar que en los presupuestos públicos se considera gasto social a aquellos recursos destinados a proteger y a mejorar el bienestar de la población, especialmente de los grupos más vulnerables. Desde luego no cabe duda de que la atención sanitaria es uno de los aspectos de las Políticas Sociales que mayor calidad de vida puede proporcionar a los ciudadanos, es por ello por lo que los gobiernos suelen dedicar una importante parte de sus presupuestos a dicha parcela. Así mismo, es evidente que no hay mejor política social que el pleno empleo, por tanto, los gobiernos también dedican un especialísimo esfuerzo económico a la eliminación del paro y a los subsidios por desempleo. Por tanto, podemos decir que Sanidad y Empleo, junto con Educación son los tres sectores de mayor importancia en las Políticas Sociales. Suele dedicarse a gasto social un porcentaje muy alto del presupuesto. Pero los tres sectores mencionados no son los únicos que forman el Gasto Social, tienen una “hermana pobre”: Los Servicios Sociales”.
Este sector de las Políticas Sociales, a modo de un “cajón de sastre”, recoge infinidad de temas y colectivos. Está organizado con la intención de evitar la marginación y desprotección de los más débiles, se dirige, por tanto, a los discapacitados, los mayores, los menores, las mujeres maltratadas, los inmigrantes, los enfermos mentales crónicos, las etnias marginadas (como el pueblo gitano), los colectivos en riesgo de exclusión social y un largo etc., a veces mal perfilado.
Paradójicamente, a pesar de que sus objetivos son los “más sociales” de las Políticas Sociales, el dinero dedicado a este sector del Gasto Social es uno de los capítulos más exiguos de los presupuestos generales del Estado (igual ocurre en las autonomías). En el caso de la Comunidad Valenciana se ha dedicado más de un 60% del presupuesto total al gasto en Políticas Sociales. Concretamente un 28% a Sanidad, un 23% a Educación (incluye empleo) y un 5% a Servicios Sociales (otros programas sociales 4%).
Que este hecho no tenga demasiadas críticas y pase bastante desapercibido se debe, fundamentalmente, a dos cuestiones. Una es la costumbre de considerar en bloque el presupuesto dedicado al “gasto social”, (lo cual es correcto vista la definición de gasto social) de forma que el amplio porcentaje dedicado a Sanidad, Empleo y Educación hace pasar desapercibida la escasez presupuestaria de los llamados Servicios Sociales. La otra cuestión es que los ciudadanos no perciben al sector de los Servicios Sociales como algo tan importante como la sanidad o el empleo y la educación, puesto que no suelen verse como posibles usuarios de dichos servicios. También muchos ciudadanos cuando escuchan o leen que se ha dedicado un 60% a las políticas sociales, interpretan que ese 60% se refiere a los servicios sociales y, aunque perciben que hace falta mucha más inversión, no pueden dejar de reconocer que es mucho el dinero. Siguiendo con nuestro ejemplo de la Comunidad Valenciana, si escuchas que el presupuesto total (sin Dana) es de 30.000 millones y se dedican 19.000 millones a gastos sociales, pensando que eso son los servicios sociales, te parece que es una cantidad muy importante. Pero los Servicios Sociales solo perciben 1.500 millones.
Por todo ello, son pocas las voces, y las de los más débiles, las que reclaman mayores presupuestos para los Servicios Sociales. Y, para no aburrirles, no voy a desgranar más el tema y no diré lo que percibe la Dirección General de Dependencia y Personas Mayores de esos 1.500 millones (que es la que más me atañe como presidenta del Consejo Valenciano de Personas Mayores).

