El histórico conserje del colegio San Blas de Albal, Salvador Palomares, se jubila tras 43 años prestando sus servicios en el centro más antiguo de la localidad

Con una fiesta de agradecimiento, cargada de emotividad, así quiso despedirse Salvador Palomares “El chocolate” del centro escolar al que ha dedicado 43 años de su vida, como conserje del colegio San Blas de Albal. El pasado viernes, el histórico bedel del centro más antiguo de la localidad organizó un encuentro al que no faltó la corporación, encabezada por el alcalde Ramón Marí y la concejal de Educación Melani Jiménez. El acto también estuvo arropado por sus familiares más próximos, una amplia representación de la comunidad educativa de la escuela con la directora Mireya Villena y la presidenta de la AMPA, Rosa Sanchis, al frente. También estuvieron, sus amigos íntimos, compañeros y compañeras de trabajo de la escuela y del consistorio. Para el protagonista la despedida tiene lugar en un momento agridulce de su vida, asegura irse contento y satisfecho, “por el trabajo realizado, por las personas que he podido conocer y ayudar, así como por todos los momentos buenos que me llevo”. Aunque pone un pero, Salvador ha tenido que hacer frente este año a una de las despedidas más difíciles de su vida, el adiós a su mujer que falleció víctima de la COVID-19.  “Hemos vivido momentos muy difíciles en mi familia, pero estaba previsto hacer este acto cuando llegara mi jubilación y por eso hemos decidido celebrarla”.

En su adiós recordó su primer día en el colegio San Blas, fue un 1 de julio de 1978, “cogí una escoba y comencé a barrar el patio del centro y limpiar las zonas verdes”. Salvador asegura haber cuidado el centro, “como si fuera mi propia casa y es que gracias a este trabajo he podido llevar adelante a mi familia a la que me voy a dedicar ahora plenamente”, concluyó.