La inquietante «Nueva Normalidad»

Artículo de Enrique Ortí, ex alcalde de Xirivella y actual portavoz del PP en la localidad.

Es de admirar la habilidad que tiene la izquierda en la utilización y el manejo de vocablos y expresiones que rozan o traspasan el eufemismo. Llevo días dándole vueltas al nacimiento del concepto “Nueva Normalidad”, utilizado y difundido por el gobierno.

Según la R.A.E.: “El oxímoron, es una figura lógica que consiste en usar dos conceptos de significado opuesto en una sola expresión, que genera un tercer concepto”. Tenemos algunos ejemplos: “muerto viviente”, “valiente cobarde”, “Copia original”.. (sí, copia original..)

Personalmente deduzco que “Nueva Normalidad” debe ser un oxímoron. Algo que es normal, no puede ser nuevo, y algo que es nuevo, al menos inicialmente, no podría ser normal.

La verdad es que me sorprendió que los maestros en el uso del lenguaje, socialistas y podemitas en este caso coaligados en el gobierno, no se hubieran decantado por la fórmula “normalidad democrática”. Esto hubiera sido lo habitual, pero esa normalidad, -la democrática- es la de antes. Es la normalidad del régimen del ’78 y la de la España democrática de las últimas décadas que, al parecer, no les resulta del todo querida y mucho menos algo a lo que hacer referencia.

Esto ha hecho que opten por el vocablo “nuevo”, el cual a mí me encendió todas las alarmas pues tras esa palabra fresca, renovadora, optimista y limpia se esconden, en algunos casos, parámetros de ciertos regímenes totalitarios que utilizando el concepto “nuevo” intentaron introducir en la mente de sus ciudadanos (desde la semántica), las supuestas bondades de sus sistemas y su filosofía de vida que luego resultó no ser tan “fresco”.

Hago mención, por ejemplo al “Nuevo Orden” (Neuordnung nazi), tras esta expresión se justificaba la creación de un estado pan-alemán en las zonas conquistadas y de la supremacía de la raza aria en detrimento de todas las demás, y todos los desmanes y catástrofes que ello supuso incluso dentro del contexto de la segunda guerra mundial.

También se puede citar a la “Nueva china” de Mao Zedong con sus campañas de masas en las que millones de ciudadanos fueron “eliminados”. Tras esto, se produjeron las purgas a nivel nacional, incluso dentro del partido comunista en las que se asesinó a un número ingente de ciudadanos sospechosos, y experiencias como en “el gran salto adelante” de nefastas consecuencias que provocó una terrible hambruna con decenas de millones de ciudadanos muertos…,

A tenor de los citados antecedentes, no parece que el concepto “nuevo” anticipe nada bueno por lo que prosigo incesante en un intento de búsqueda de otros ejemplos que puedan cambiar esa perspectiva.

En Camboya, en el régimen comunista de Pol Pot, se acuñó el concepto de “Hombre Nuevo”. Bajo ese paraguas conceptual, se llevaron a cabo una serie de reformas (ninguna de ellas efectiva), pero se requería empezar de cero y para ello había que eliminar todas las influencias de la anterior etapa. Se asesinó a los médicos, músicos, profesionales liberales en general y se terminó, con lo habitual en estos regímenes, con purgas internas de cualquiera que fuese sospechoso de no participar en esa vorágine.

Y por finalizar con los ejemplos, miramos a la Venezuela contemporánea (que cosa más curiosa). Allí se crea, dentro de la filosofía de la República Bolivariana, el concepto de “Construcción del Nuevo Ciudadano” (¿les suena?). No tenemos que indagar mucho para ver la farsa una vez más. Tras planteamientos de participación ciudadana, derechos de los ciudadanos e igualdad de oportunidades, la realidad del país es otra y esos conceptos solo aparecen en la teoría, viviéndose en Venezuela una falta de libertades y unas mermas democráticas sin precedentes.

Llegados aquí, si se me permite y visto lo visto, comprenderán que me inquiete mucho la “Nueva Normalidad” y que la viva con gran incertidumbre.